Diego Muñoz Valenzuela (Constitución, Chile, 1956)
Ha publicado cinco volúmenes de microrrelatos: Ángeles y verdugos, De
monstruos y bellezas, y Las nuevas hadas, dos de ellos ilustrados:
Microcuentos (libro virtual, 2008) y Breviario Mínimo (2011), tres
libros de cuentos: Nada ha terminado, Lugares secretos y Déjalo ser; y
tres novelas: Todo el amor en sus ojos, Flores para un cyborg y Las
criaturas del cyborg. Ha sido incluido en antologías y muestras
literarias publicadas en Chile y el extranjero. Cuentos suyos han sido
traducidos al croata, francés, italiano, inglés y mapudungun.
Distinguido en diversos certámenes literarios, entre ellos el Premio
Consejo Nacional del Libro en 1994 y 1996. Flores para un cyborg fue
publicado en España (2008); Lugares secretos en Croacia en 2009. En 2011
el autor fue seleccionado como uno de los "25 tesoros literarios a la
espera de ser descubiertos" por la Feria Internacional del Libro de
Guadalajara.
AMOR CIBERNAUTA
Diego Muñoz Valenzuela
Se conocieron por la red. Él era tartamudo y tenía un rostro brutal de
neanderthal: gran cabeza, frente abultada, ojos separados, redondos y
rojos, dientes de conejo que sobresalían de una boca enorme y abierta,
cuerpo endeble y barriga prominente. Ella estaba inválida del cuello
hasta los pies y dictaba los mensajes al computador con una voz hermosa,
pausada y clara que no parecía tener nada que ver con ella; tenía el
cuerpo de una muñeca maltratada. Fue un amor a primer intercambio de
mensajes: hablaron de la armonía del universo y de los sufrimientos
terrestres, de la necesidad del imperio de la belleza y de los abyectos
afanes de los mercaderes de la guerra, de la abrumadora generosidad del
espíritu humano que contradice la miseria de unos pocos. Leían
incrédulos las réplicas donde encontraban una mirada equivalente del
mundo, no igual, similar aunque enriquecida por historias y percepciones
diferentes. Durante meses evitaron hablar de sí mismos, menos aún de la
posibilidad de encontrarse en un sitio real y no virtual. Un día él le
envió la foto digitalizada de un galán. Ella le retribuyó con la imagen
de una bailarina. Él le escribió encendidos versos de amor que ella leyó
embelesada. Ella le envió canciones con su propia voz, él lloró de
emoción al escuchar esa música maravillosa. Él le narraba con gracia los
pormenores de su agitada vida social, burlándose agudamente de los
mediocres. Ella le enviaba descripciones de sus giras por el mundo con
compañías famosas. Ninguno de los dos jamás propuso encontrarse en el
mundo real. Fue un amor verdadero, no virtual, como los que suelen
acontecernos en ese lugar que llamamos realidad.
Ángeles y verdugos, cuentos, Santiago de Chile, Mosquito Comunicaciones, 2002
Fuente: http://narrativabreve.com
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