27 enero 2014

Un cuento del autor que propuso "la no violencia activa"

Nos acercamos al 30 de Enero, fecha en la que celebramos "El día de la Paz". Pensando en ello queremos destacar a un autor que se adelantó a su tiempo con su teoría y las ideas sobre "la no violencia activa" en libros como El reino de Dios está en vosotros y que tuvieron un gran impacto en grandes pensadores como Mahatma Ghandi y Martin Luther king.
foto de www.liceus.com


Este autor es Lev Tolstói (León Tolstói), (1828-1919) uno de los más grandes e insignes escritores europeos y de la literatura de todos los tiempos. Huérfano desde muy pequeño fue criado por sus tías. Empezó estudios universitarios de Lenguas orientales y posteriormente de Derecho pero sus resultados académicos eran pésimos y los profesores le calificaban de persona poco capaz y además no quería estudiar. Abandonó los estudios y se dedicó a una vida licenciosa en salas de baile, jugando a las cartas y bebiendo. Como consecuencia de las deudas de juego, ingresó en el ejército con su hermano donde estuvo tres años. Ahí comenzó a escribir, en 1852 terminó su primera obra "Infancia" basada en sus propias experiencias. Su primera obra lo convirtió en un escritor famoso. Estuvo en el frente en la Guerra de Crimea 1853. En 1857 viaja por Europa interesandose por los sistemas educativos del Viejo Continente, allí encontró las ideas pedagógicas revolucionarias que le empujarían a abrir una escuela para pobres  y siervos y al   mismo tiempo fundar un periódico sobre temas didácticos. Se casó en 1861 y de este matrimonio tuvo 13 hijos.

Entre los años 1865 y 1869 el novelista escribe una de sus obras más famosas: "Guerra y paz". La mundialmente conocida epopeya trata de la invasión de Rusia llevada a cabo por Napoleón en 1812. En ella se recrean las vidas de 580 personajes históricos reales entre otros creados por el autor.
"Anna Karénina" (1873-77) cuenta la historia de una pasión adúltera de una mujer de la alta sociedad, atrapada en las convenciones sociales.
Tras concluir la novela, Tolstói sufrió una profunda crisis. En el año 1880, comenzó a verse a sí mismo más como un sabio y líder moral que como escritor. Reflexionaba sobre temas como la fe, la ciencia, el arte, la justicia o el matrimonio. Su búsqueda de la espiritualidad le llevó a abandonar sus trabajos anteriores. Vivió sus últimos años compartiendo casi todo su tiempo con humildes campesinos, arando y haciendo acopios, predicando con el ejemplo su doctrina de la pobreza. Se distanció bastante de su familia. Por último, concibió la idea de terminar sus días en un retiro humilde. Tolstói, de 82 años de edad, partió en la madrugada del 10 de noviembre de 1910 de su finca familiar  muriendo pocos días después.
A continuación os propongo la lectura de un cuento de este autor tomado de http://www.ciudadseva.com :

EL ORIGEN DEL MAL

En medio de un bosque vivía un ermitaño, sin temer a las fieras que allí moraban. Es más, por concesión divina o por tratarlas continuamente, el santo varón entendía el lenguaje de las fieras y hasta podía conversar con ellas.
En una ocasión en que el ermitaño descansaba debajo de un árbol, se cobijaron allí, para pasar la noche, un cuervo, un palomo, un ciervo y una serpiente. A falta de otra cosa para hacer y con el fin de pasar el rato, empezaron a discutir sobre el origen del mal.
-El mal procede del hambre -declaró el cuervo, que fue el primero en abordar el tema-. Cuando uno come hasta hartarse, se posa en una rama, grazna todo lo que le viene en gana y las cosas se le antojan de color de rosa. Pero, amigos, si durante días no se prueba bocado, cambia la situación y ya no parece tan divertida ni tan hermosa la naturaleza. ¡Qué desasosiego! ¡Qué intranquilidad siente uno! Es imposible tener un momento de descanso. Y si vislumbro un buen pedazo de carne, me abalanzo sobre él, ciegamente. Ni palos ni piedras, ni lobos enfurecidos serían capaces de hacerme soltar la presa. ¡Cuántos perecemos como víctimas del hambre! No cabe duda de que el hambre es el origen del mal.
El palomo se creyó obligado a intervenir, apenas el cuervo hubo cerrado el pico.
-Opino que el mal no proviene del hambre, sino del amor. Si viviéramos solos, sin hembras, sobrellevaríamos las penas. Más ¡ay!, vivimos en pareja y amamos tanto a nuestra compañera que no hallamos un minuto de sosiego, siempre pensando en ella "¿Habrá comido?", nos preguntamos. "¿Tendrá bastante abrigo?" Y cuando se aleja un poco de nuestro lado, nos sentimos como perdidos y nos tortura la idea de que un gavilán la haya despedazado o de que el hombre la haya hecho prisionera. Empezamos a buscarla por doquier, con loco afán; y, a veces, corremos hacia la muerte, pereciendo entre las garras de las aves de rapiña o en las mallas de una red. Y si la compañera desaparece, uno no come ni bebe; no hace más que buscarla y llorar. ¡Cuántos mueren así entre nosotros! Ya ven que todo el mal proviene del amor, y no del hambre.
-No; el mal no viene ni del hambre ni del amor -arguyó la serpiente-. El mal viene de la ira. Si viviésemos tranquilos, si no buscásemos pendencia, entonces todo iría bien. Pero, cuando algo se arregla de modo distinto a como quisiéramos, nos arrebatamos y todo nos ofusca. Sólo pensamos en una cosa: descargar nuestra ira en el primero que encontramos. Entonces, como locos, lanzamos silbidos y nos retorcemos, tratando de morder a alguien. En tales momentos, no se tiene piedad de nadie; mordería uno a su propio padre o a su propia madre; podríamos comernos a nosotros mismos; y el furor acaba por perdernos. Sin duda alguna, todo el mal viene de la ira.
El ciervo no fue de este parecer.
-No; no es de la ira ni del amor ni del hambre de donde procede el mal, sino del miedo. Si fuera posible no sentir miedo, todo marcharía bien. Nuestras patas son ligeras para la carrera y nuestro cuerpo vigoroso. Podemos defendernos de un animal pequeño, con nuestros cuernos, y la huida nos preserva de los grandes. Pero es imposible no sentir miedo. Apenas cruje una rama en el bosque o se mueve una hoja, temblamos de terror. El corazón palpita, como si fuera a salirse del pecho, y echamos a correr. Otras veces, una liebre que pasa, un pájaro que agita las alas o una ramita que cae, nos hace creer que nos persigue una fiera; y salimos disparados, tal vez hacia el lugar del peligro. A veces, para esquivar a un perro, vamos a dar con el cazador; otras, enloquecidos de pánico, corremos sin rumbo y caemos por un precipicio, donde nos espera la muerte. Dormimos preparados para echar a correr; siempre estamos alerta, siempre llenos de terror. No hay modo de disfrutar de un poco de tranquilidad. De ahí deduzco que el origen del mal está en el miedo.
Finalmente intervino el ermitaño y dijo lo siguiente:
-No es el hambre, el amor, la ira ni el miedo, la fuente de nuestros males, sino nuestra propia naturaleza. Ella es la que engendra el hambre, el amor, la ira y el miedo.

11 comentarios:

Andrea dijo...

Este pequeño cuento me parece una gran enseñanza, porque en realidad te lleva a pensar que todos estamos hechos para tener miedo, hambre, ira o amar y que no tiene que ver eso con el mal, todo eso es nuestra naturaleza y es lo que al final aunque a algunos los mate, a otros les ayuda a vivir mejor o simplemente a vivir; si no tuviéramos hambre no nos moveríamos a buscar comida, nos aburriríamos, si no amasemos nuestra vida estaría vacía de sentimientos, si nos sintiéramos ira no conseguiríamos lo que nos propongamos y si no tuviéramos miedo no estaríamos atentos y el peligro, siempre existente, podría acecharnos. Creo que es una gran reflexión y me ha gustado hacerla.
Andrea Bolado 4ºB

Mar Márquez dijo...

El texto me ha gustado mucho, estoy de acuerdo con el ermitaño, ya que es nuestra propia naturaleza la que hace que tengamos hambre, ira, miedo o sintamos amor y ese es el origen de nuestros males.
Mar Márquez Cendrero 4°B.

CandelaRivas, dijo...

Me parece un gran texto , con mucho contenido y mensaje . Todos en el fondo somos iguales , estamos hechos de la misma materia,es decir, tenemos los mismos instintos ,
Tenemos necesidades y de algun modo cuando mas las necesitamos nos volvemos peores aun tenuiendo presente el amor.

CANDELA RIVAS ,4A

María Casielles Solano dijo...

Cada uno de los animales tenía razón pero lo que no se daban cuenta es que todos esos sentimientos los desencadena nuestra propia naturaleza, nosotros somos así y eso es lo que esplica el ermitaño. Se dice que el hombre al nacer tiende a ser bueno y realmente eso es lo que la mayoria nos proponemos, pero hay ciertos detonantes que nos hacen cometer malas acciones como por ejemplo los casos de los que han hablado los animales. Me ha encantado este texto.

ana dijo...

Me ha gustado mucho este texto, todo lo que nos ocurre es debido a nuestra propia naturaleza y creo que necesitamos sentir miedo, ira, hambre y amar en algún momento. Ese puede ser el origen de todos nuestros males aunque creo que la gran mayoria de lo que nos pasa lo provocamos notros con nuestros pensamientos. ANA NÚÑEZ

Unknown dijo...

Por naturaleza en algún momento todos hemos sentido hambre, amor, ira o miedo. Porque somos así, y eso nada ni nadie lo puede cambiar. Es cierto que esos sentimientos pueden desencadenar el mal, pero eso si lo podemos cambiar, pues por naturaleza no malignos y todo el mundo, si quiere, puede evitar hacer el mal.
Nosotros mismos no somos el origen, pero si la razón de nuestros propios males.

Iris Rives Sardina dijo...

El mal de todos los seres, lo genera el punto debil de cada uno de ellos, por eso para unos el origen del mal es el hambre o el amor y para otros el miedo o la ira. Pero igualmente, nuestros puntos debiles vienen de nuestra propia naturaleza.

Eva R dijo...

En mi opinión, el mensaje que el autor transmite en este texto es que las situaciones pueden ser mejores o peores, pero somos nosotros los responsables del modo en que reaccionamos a éstas. Así el ermitaño explica que no son el hambre, ni el amor, ni el miedo quienes causan mal, sino la manera en la que nosotros reaccionamos ante estos.
Eva R 4A

Cecilia Monje Inguanzo dijo...

Este cuento me parece que te enseña mucho ¿Qué seria de nosotros sin tener amor, miedo, hambre o ira? La vida seria muy aburrida.
¿Qué seria de un amor siempre perfecto?
¿Qué seria de no sentir miedo de nada?
En esta vida no todo es tan fácil pero si no te aburrirías mucho.
Cecilia Monje 4ºA ESO

Diego Álvaro dijo...

Personalmente, no estoy del todo de acuerdo con el ermitaño. Es cierto que la ira, el miedo, el hambre y amar viene de algo mas profundo que engloba eso y mas, pero no creo que venga de la naturaleza, si viniese de la naturaleza yo creo que a todos nos daría miedo lo mismo, necesitaríamos la misma comida, amaríamos lo mismo... Pero como cada uno cada cosa le afecta de una manera, opino que el mal viene de uno mismo generando que otras cosas nos afecten mas o menos.

Natalia Fernández Fontán dijo...

Al fin y al cabo cada uno de los animales, de una forma u otra tenía razón, pero es nuestra propia naturaleza la que hace que todos estos factores se produzcan, que tengamos hambre, miedo, ira, que sintamos amor por alguien...
Todos decían cosas con sentido, pero quién embarcó todo fue el ermitaño.
Pero me ha gustado bastante, porque todos los animales reunidos han dado sus diferentes puntos de vista, han reflexionado, y me han hecho reflexionar a mi.
Natalia Fernández Fontán-4ºA