Comienza el mes de febrero
y este mes los cuentos los vamos a dedicar al tema del amor.
El primer autor elegido es Enrique Jardiel Poncela (Madrid, 1901 - 1952) Dramaturgo y novelista español.Creció en un entorno lleno de libros, pinturas y esculturas. La tendencia a dibujar apareció en Enrique antes que la de escribir. No era un alumno modelo. A pesar de ello, a los diez años escribió el primer verso, a los once su primera novela.Pronto destacó Enrique por su extremada imaginación. A partir de 1923 abandona el periodismo, aunque mantiene su colaboración con Buen Humor, para dedicarse por entero a la literatura. En febrero de 1927 debido a fuertes problemas económicos de subsistencia, con un año de convivencia junto a Josefina, ambos deciden separarse amistosamente. En sus dos últimos años de vida pública artículos y recopilaciones y da algunas conferencias.
Fallece, arruinado y abandonado por muchos de sus amigos, el 18 de febrero de 1952 a la temprana edad de 50 años. En su nicho figura como epitafio una frase suya: «Si queréis los mayores elogios, moríos».
Partió de una literatura de raíces vanguardistas, y fue el renovador de la comedia y la narración humorística. Se dio a conocer a través de colaboraciones en la revista La correspondencia de España y en diversos diarios. Su obra, de profunda inspiración vanguardista, supone una nueva orientación del teatro de humor.
Antes de la Guerra Civil estrenó, entre otras piezas, Usted tiene ojos de mujer fatal (1933), Angelina o el honor de un brigadier (1934), Un adulterio decente (1935) y Cuatro corazones con freno y marcha atrás (1936), en las que a través de una comicidad desorbitada buscaba la sorpresa y el desconcierto del público. En sus novelas de esta etapa emplea como recurso primordial la caricatura de personajes y ambientes, así como un lenguaje certero y brillante en el que se aprecia el magisterio de R. Gómez de la Serna. Así se comprueba en Amor se escribe sin hache (1929), Espérame en Siberia, vida mía (1930) Pero... ¿hubo alguna vez once mil vírgenes? (1931) y La tournée de Dios (1932).
Su propósito fue desterrar al olvido el anticuado humorismo costumbrista hispánico, y aprovechar las infinitas posibilidades de lo inverosímil y lo fantástico. Por ello, no es de extrañar que sus estrenos desencadenasen grandes polémicas y que la crítica, en su mayor parte adversa, le reprochase sus apresurados desenlaces, en los que se veía obligado a hacer creíbles los brillantes y desquiciados planteamientos previos.
En la posguerra continuó escribiendo comedias con el mismo tratamiento paródico, cercano a la farsa, traspasado a veces por un amargo escepticismo, fruto de su temperamento pesimista. Entre los títulos de este período destacaron Un marido de ida y vuelta (1939), Eloísa está debajo de un almendro (1940), Los ladrones somos gente honrada (1941), Los habitantes de la casa deshabitada (1942) y El sexo débil ha hecho gimnasia (1946). Sus Obras completas vieron la luz en 1958, y en 1977 apareció la mayor parte de su Obra inédita.
En el siguiente cuento podéis comprobar su sentido del humor.
Fuente: http://www.biografiasyvidas.com
El amor que no podía ocultarse Enrique Jardiel Poncela | |
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