El autor elegido es Augusto Monterroso (1921-2003) es la máxima figura 
    hispánica del 
    género más breve de la literatura, el microrrelato, y una de las 
    personalidades más entrañables, no sólo por su modestia y sencillez, sino 
    también por su excepcional inteligencia y su exquisita ironía. Autodidacta 
    por excelencia, abandonó sus estudios tempranamente, para dedicarse por 
    completo a la lectura de los clásicos, que amó con pasión, como a Cervantes, 
    cuyo influjo es evidente en su obra. Guatemalteco de adopción y 
    centroamericano por vocación, dedicó una buena parte de su vida a luchar 
    contra la dictadura de su país, antes de darse a conocer internacionalmente 
    con el cuento «El dinosaurio», que, se dice, es el más breve de la literatura 
    en español. Maestro de 
    fábulas, aforismos y palindromías, su papel docente fue de capital 
    importancia en la formación de los más conocidos escritores 
    hispanoamericanos, y de otras latitudes. 
(información de http://cvc.cervantes.es)
El cuento escogido se titula La honda de David , y  a pesar de su brevedad nos retrata a un personaje que a lo largo de su vida va increntando el uso de la violencia.
La honda de David
Augusto Monterroso
Había una vez un niño llamado David N., cuya puntería y 
habilidad en el manejo de la resortera despertaba tanta envidia y admiración en 
sus amigos de la vecindad y de la escuela, que veían en él -y así lo comentaban 
entre ellos cuando sus padres no podían escucharlos- un nuevo David. 
Pasó el tiempo 
Cansado del tedioso tiro al blanco que practicaba 
disparando sus guijarros contra latas vacías o pedazos de botella, David 
descubrió que era mucho más divertido ejercer contra los pájaros la habilidad 
con que Dios lo había dotado, de modo que de ahí en adelante la emprendió con 
todos los que se ponían a su alcance, en especial contra Pardillos, Alondras, 
Ruiseñores y Jilgueros, cuyos cuerpecitos sangrantes caían suavemente sobre la 
hierba, con el corazón agitado aún por el susto y la violencia de la pedrada.
David corría jubiloso hacia ellos y los enterraba 
cristianamente. 
Cuando los padres de David se enteraron de esta 
costumbre de su buen hijo se alarmaron mucho, le dijeron que qué era aquello, y 
afearon su conducta en términos tan ásperos y convincentes que, con lágrimas en 
los ojos, él reconoció su culpa, se arrepintió sincero y durante mucho tiempo se 
aplicó a disparar exclusivamente sobre los otros niños. 
Dedicado años después a la milicia, en la Segunda 
Guerra Mundial David fue ascendido a general y condecorado con las cruces más 
altas por matar él solo a treinta y seis hombres, y más tarde degradado y 
fusilado por dejar escapar con vida una Paloma mensajera del enemigo.
FIN
(fuente:  http://www.ciudadseva.com)

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