02 junio 2013

El cuento de nunca acabar

En la década de 1980, un colectivo formado por una serie escritores catalanes fijos tanto hombres como mujeres: Joan Rendé, Joaquim Carbó, Jaume Fuster, Maria Antònia Oliver, Joaquim Soler, Jaume Cabré, Vicenç Villatoro y Josep Albanell y otros escritores esporádicos: (Isidre Grau, Quim Monzó, Josep María Illa, Xavier Romeu, Margarida Aritzeta, Assumpció Cantalozella y Roser Vernet se agruparon bajo el nombre de Ofelia Dracs, para escribir colectivamente obras literarias y apostaron por profundizar en la literatura de género (erótica, de misterio, etc.), considerando que la literatura catalana también tenía que disfrutar de este tipo de narrativa igual que cualquier otra lengua del mundo.
En realidad  dos de ellos escriben un relato no con su nombre sino con un seudónimo, aunque eran varios los escritores, ninguno firmaba sus relatos por lo que durante un tiempo se pensó que el nombre de Ofelia Dracs respondía a una escritora.
 Tienen varios libros publicados, en su obra Lovecraft, Lovecraft, 1981 (terror), se encuentra el cuento elegido:
 
 
El cuento de nunca acabar
Ofelia Dracs
 
Residencia Sanitaria de la Seguridad Social
“Virgen del Lluc”
SON DURETA (Mallorca)
Unidad de Vigilancia Intensiva
Son Dureta, 15 de agosto de 1980
Señorita Ofélia Dracs
Distinguida señorita:
Nos place adjuntarle unas notas manuscritas del enfermo J( ... ) K(...), al que hemos ingresado en esta unidad desde el 3 de agosto hasta el 13, afectado por shock de origen desconocido y que presentaba afasia parcial, arritmia cardiaca aguda y diversas disfunciones orgánicas. El enfermo J( ... ) K( ... ) fue encontrado en la carretera de Son Carrió a Manacor la noche del 2 al 3 de agosto por un matrimonio alemán. Avisada la guardia civil de Son Carrió fue trasladado por una ambulancia municipal al  dispensario de Manacor y, comprobada la gravedad de su estado, fue posteriormente trasladado a esta Residencia Sanitaria de la Seguridad Social.
A su ingreso en la Unidad de Vigilancia Intensiva, el cuadro clínico del paciente era grave, pero su fuerte complexión y su aparente juventud nos hicieron pensar en una posible recuperación más o menos  rápida.
La afasia parcial y la perplejidad psicológica que presentaba nos impidió su identificación (no llevaba ningún tipo de documentos) y la averiguación de las causas del colapso. Después de tratarle tres días
con calmantes y de aplicarle suero, conseguimos hacer desaparecer las arritmias cardíacas, y la afasia se redujo hasta el punto de posibilitar la comunicación con el paciente. Se identificó como J( ... ) K( ... ) de Barcelona, de vacaciones, residente en Portocristo, sin poder recordar el episodio psicológico que le produjera el colapso. Las investigaciones de trámite de la policía cerraron el caso. Tenía una habitación alquilada en un hotel y era escritor. Nos fue imposible comunicar con algún familiar suyo de Barcelona. El 10 de agosto, vencida. totalmente la afasia, el enfermo solicitó papel y lápiz para escribir. cartas «a los amigos y familiares», nos dijo. La noche del 12 al 13, cuando ya estaba a punto de ser trasladado a una sala de recuperación de la Residencia, desapareció. Y aunque salir de la Unidad es muy difícil, por la vigilancia constante de médicos y enfermeras, J( ... ) K( ... ) pudo escapar, no ya de la sala de Unidad
de Vigilancia Intensiva, sino de la Residencia. Avisada la policía, que ha realizado una investigación completísima, no nos ha sido posible dar con él. Entre sus efectos personales (ropa, documentación),
encontramos estas notas que le adjuntamos, con su nombre y apartado de correos de Barcelona. Las fantasías y absurdidades del escrito nos han hecho pensar que se trata simplemente de un trabajo
literario-y no se lo hemos querido pasar a la policía. La historia narrada contiene puntos verosímiles (todo lo que hace referencia a nuestra Unidad), pero el resto parece más una-fabulación que la cronología de unos hechos.
Le rogamos, estimada señorita, que si tiene noticias de su amigo J( ... )K( ... ) nos lo comunique lo más rápido posible, ya que la policía controla el aeropuerto y los muelles, con la orden de detención preventiva de J( ... )K( ... ) por trastornos mentales.
Cordialmente,
A( ... )F( ... )
Director de la Unidad  de Vigilancia Intensiva
Ofelia, guapa, ¡bien que me has jodido! No sé si te lo perdonaré alguna vez. ¡Así que «Lovecraft, Lovecraft»!, ¿eh? Que si una historia de miedo, que si ganaremos un premio... El premio ya me lo he
ganado, moza. Y de Lovecraft ni hablar. Te escribo desde la Unidad de Vigilancia Intensiva de la Residencia de Son Dureta. No quiero que nadie lea estas notas porque si lo hicieran me tomarían por un
majara. Que puede que lo sea, ¡vete tú a saber! Pero ya sabes que los locos hacen fortuna. Bueno, dejémoslo, que todavía me queda alguna tuerca. Mira, la cosa fue así: recibí tu carta cuando me iba
para Mallorca, a pasar unos días. No de vacaciones, no seas mal pensada, sino para currar un rato «al natural». Hacía unos días que lo tenía metido en la cabeza y ya tenía los pasajes, reserva en el
hotel... en fin, como un escritor de película. ¡Qué ideas se te ocurren! Ahora una de miedo, a ver si acertamos como en aquello de las «manzanitas». ¡Y ca! Bueno, pues me fui a Mallorca al siguiente de recibir tu carta. ¿Un cuento de miedo? ¿En Mallorca? Mira, Ofélia, Lovecraft era como era y escribía como escribía por dos motivos: el Atlántico y la religión protestante. ¿Crees que en Mallorca podría encontrar un ambiente propicio para escribir una historia de terror? Esta luz dorada, que ahora mismo -son casi las nueve- se extiende por toda la bahía y que contemplo desde una de las ventanas de la residencia, no puede inspirar miedo. Y una religión aprendida de niño, olvidada desde hace años, mecanizada y sin profundizar, tampoco es ninguna garantía. Así son las cosas, pero era un reto. Ya sabes, querida, que los retos me interesan. Vamos, que los acepto todos.
Una vez instalado en Portocristo, el Puerto de Manacor, como dice aquí, me puse en contacto con A(...)M( ... ), el escritor. Seguro que le conoces, los conoces a todos. Me invitó a cenar a su casa y
hablamos horas y horas sobre la muerte y su guardiana. El motivo de la entrevista fue mi libro. El otro, quiero decir. Me contó muchas cosas de la guerra, del desembarco, de lo que pasaba en la zona
nacional y de las historias que le contaban sobre los rojos. Recogí muchas notas que tal vez me hubieran servido de ido a aquella iglesia... pero no pasemos al labrador barbudo antes del arado
rabudo. Mientras hablábamos del tema que me interesaba, el «otro», ya me entiendes, me bailaba por la cabeza tu reto. Una historia de miedo que pusiese los pelos de punta, la piel de gallina y los ojos en
blanco. ¡Jopé! ¿Y si además de escribirla en Mallorca, como un aperitivo, ocurriera allí? Al principio me hubiera gustado algo sobre la Cerdaña, ya lo sabes. Todas aquellas historias de las brujas del cadí,
que las he visto, ¿eh?, de las que tantas veces hemos hablado... Pero, ¿por qué no en Mallorca? Inconscientemente arrastré a A(...)M( ... ) hacia el tema. El hombre, que es encantador, se dejo llevar.
Pero, la verdad, nada de nada. Las fiestas de demonios en Mallorca son de pan untado con aceite desde la perspectiva que me interesaba. Las historias de brujas, magos, encantamientos, calchonas y gigantes son de una luminosidad tal, de una sencillez tan aplastante que no se les puede sacar partido. A(...)M( ... ) conocía un montón de historias terroríficas. Pero siempre surgía algo falso, una ironía incrédula, ese sarcasmo último que las invalidaba. Bueno, lo dejé correr.

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