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foto tomada cuentos de don coco |
Entre las versiones vamos a leer la de ESOPO, un escritor griego de fabulas del siglo VI antes de Cristo, como podéis ver la historia viene de muy antiguo. Leamos la versión:
LA LECHERA Y LA CÁNTARA
Una lechera llevaba en la cabeza un cubo
de leche recién ordeñada y caminaba hacia su casa soñando despierta. "Como
esta leche es muy buena", se decía, "dará mucha nata. Batiré muy bien
la nata hasta que se convierta en una mantequilla blanca y sabrosa, que me
pagarán muy bien en el mercado. Con el dinero, me compraré un canasto de huevos
y, en cuatro días, tendré la granja llena de pollitos, que se pasarán el verano
piando en el corral. Cuando empiecen a crecer, los venderé a buen precio, y con
el dinero que saque me compraré un vestido nuevo de color verde, con tiras
bordadas y un gran lazo en la cintura. Cuando lo vean, todas las chicas del
pueblo se morirán de envidia. Me lo pondré el día de la fiesta mayor, y seguro
que el hijo del molinero querrá bailar conmigo al verme tan guapa. Pero no voy
a decirle que sí de buenas a primeras. Esperaré a que me lo pida varias veces
y, al principio, le diré que no con la cabeza. Eso es, le diré que no:
"¡así! "
La lechera comenzó a menear la
cabeza para decir que no, y entonces el cubo de leche cayó al suelo, y la
tierra se tiñó de blanco. Así que la lechera se quedó sin nada: sin vestido,
sin pollitos, sin huevos, sin mantequilla, sin nata y, sobre todo, sin leche:
sin la blanca leche que le había incitado a soñar.
Versión tomada de http://www.materialesdelengua.org/LITERATURA/TEXTOS_LITERARIOS/CUENTOS/contar/lechera.htm
El Panchatantra indio (colección de cuentos orientales), del siglo III antes de cristo tiene una versión del cuento de la lechera. Posteriormente en el siglo VIII se tradujeron al árabe muchos cuentos de origen oriental, entre ellos, los cuentos de Calima e Dimna, cuentos árabes que tienen una versión de este. Alfonso X el sabio mandó traducir al castellano en el siglo XIII, estos cuentos de tradición árabe.
Don Juan Manuel (s. XIII-XIV). en el cuento VII de su libro El Conde Lucanor, toma la versión de los cuentos de Calima e Dimna traducidos al castellano, y hace su propia versión que a continuación podéis leer:
De lo que sucedió a una
mujer
llamada doña truhana
Otra vez
estaba hablando el Conde Lucanor con Patronio de esta manera:
-Patronio, un
hombre me ha propuesto una cosa y también me ha dicho la forma de conseguirla.
Os aseguro que tiene tantas ventajas que, si con la ayuda de Dios pudiera salir
bien, me sería de gran utilidad y provecho, pues los beneficios se ligan unos
con otros, de tal forma que al final serán muy grandes.
Y entonces le
contó a Patronio cuanto él sabía. Al oírlo Patronio, contestó al conde:
-Señor Conde
Lucanor, siempre oí decir que el prudente se atiene a las realidades y desdeña
las fantasías, pues muchas veces a quienes viven de ellas les suele ocurrir lo
que a doña Truhana.
El conde le
preguntó lo que le había pasado a esta.
-Señor conde
-dijo Patronio-, había una mujer que se llamaba doña Truhana, que era más pobre
que rica, la cual, yendo un día al mercado, llevaba una olla de miel en la
cabeza. Mientras iba por el camino, empezó a pensar que vendería la miel y que,
con lo que le diesen, compraría una partida de huevos, de los cuales nacerían
gallinas, y que luego, con el dinero que le diesen por las gallinas, compraría
ovejas, y así fue comprando y vendiendo, siempre con ganancias, hasta que se
vio más rica que ninguna de sus vecinas.
»Luego pensó
que, siendo tan rica, podría casar bien a sus hijos e hijas, y que iría
acompañada por la calle de yernos y nueras y, pensó también que todos
comentarían su buena suerte pues había llegado a tener tantos bienes aunque
había nacido muy pobre.
»Así, pensando
en esto, comenzó a reír con mucha alegría por su buena suerte y, riendo,
riendo, se dio una palmada en la frente, la olla cayó al suelo y se rompió en
mil pedazos. Doña Truhana, cuando vio la olla rota y la miel esparcida por el
suelo, empezó a llorar y a lamentarse muy amargamente porque había perdido
todas las riquezas que esperaba obtener de la olla si no se hubiera roto. Así,
porque puso toda su confianza en fantasías, no pudo hacer nada de lo que
esperaba y deseaba tanto.
»Vos, señor
conde, si queréis que lo que os dicen y lo que pensáis sean realidad algún día,
procurad siempre que se trate de cosas razonables y no fantasías o
imaginaciones dudosas y vanas. Y cuando quisiereis iniciar algún negocio, no
arriesguéis algo muy vuestro, cuya pérdida os pueda ocasionar dolor, por
conseguir un provecho basado tan sólo en la imaginación.
Al conde le
agradó mucho esto que le contó Patronio, actuó de acuerdo con la historia y,
así, le fue muy bien.
Y como a don
Juan le gustó este cuento, lo hizo escribir en este libro y compuso estos
versos:
En realidades ciertas os podéis
confiar,
mas de las fantasías os debéis alejar.
mas de las fantasías os debéis alejar.
DON
JUAN MANUEL
El Conde Lucanor
En una entrada anterior puedes ver el mismo cuento en una versión grabada por alumnos de 4º de ESO:
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