Hace unas semanas se puso en contacto conmigo un antiguo alumno del colegio, Alejandro Trueba, para compartir algunos de sus escritos. Hace ya algún tiempo que siente la necesidad de plasmar con palabras lo que siente, lo que le hace avanzar como persona. En esta ocasión nos presenta dos textos literarios-reflexivos, breves pero intensos, en los que aborda temas tan importantes como el amor, la superación del desamor, la identidad personal...
Muchas gracias Alejandro
Dos segundos,
dos segundos era lo máximo que dejabas que estuviera solo. Me conocías. Sabías
mi miedo eterno a la soledad, y ahí estabas, cogiéndome por la espalda, como si
fuera el primer abrazo después de haber estado un año fuera de casa. Contigo era
eso, segundos u horas que no se hacían repetitivos nunca, aunque se dieran una
y mil veces.
‘Nunca me iré’ Aquella frase que me
susurraste, me quedó marcada, y no precisamente a fuego, sino a lágrima
tendida. Tendida cada vez que veía nuestras fotos en el álbum, preparadas o por
sorpresa, saliéramos bien o mal, fuera un selfie o un retrato… Todas tenían su
grado de perfección, es todas salías tú. Aún no entiendo por qué te marchaste.
Sin explicación aparente, un día me levanté, y ya no estabas. Y Aquí sigo,
intentando que no explote Chernóbil en mi estómago día a día, cada vez que tu
nombre se me viene a la mente. Sí, aún conservo las mariposas en el estómago
que llegaron al conocerte. Y, creo, que ahí seguirán, durante mucho tiempo.
Como ves, eso de dar el paso…no se me está dando muy bien. ¿ y quién lo diría?,
yo, que siempre fui el de cambios bruscos, el de decisiones instantáneas… pero…
¿cómo dar el paso, si tú eras quien me daba equilibrio?
Alejandro Trueba Salcines
Hoy,nuestros buenos recuerdos están en la basura, de mi
cuerpo, claro. Están en un rincón tan escondido, que hasta a mí me cuesta
encontrarlo, y sinceramente, ojalá no dé con ellos nunca más, porque aunque contigo la vida era más sol y menos nube, ahora veo el gris del
cielo con otra perspectiva. Recuerdo el día que todo esto acabó, cada palabra
pronunciada por tus labios, y sobre todo, recuerdo esa sensación de impotencia,
no porque llegara el fin, sino porque no me veías capaz de vivir solo, o por
lo menos, sin ti. Quiero que sepas, que tengo la suficiente fuerza como para
pasar página, aunque pese una tonelada, le pongas pinchos alrededor o esté
ardiendo; concluyendo, yo, puedo.
Alejandro Trueba Salcines
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Foto de Sandra Amor |